Llegó el momento de realizar una traducción pública. El
cliente llama o envía un email para averiguar precios, tiempos de entrega y
cuáles son los pasos a seguir. Muchas veces lo único que sabe es, por ejemplo "que
tiene que traducir el diploma al inglés". Entonces, después de la
información técnica, el traductor comenta que su traducción debe adjuntarse al
original. Y ahí el cliente, a veces, se espanta: "¿tenés que adjuntar la
traducción sí o sí al original? porque lo tengo en un cuadrito..."
Entonces el traductor pasa a explicarle que en realidad puede adjuntar su
traducción a una fotocopia (blanco y negro o color), a una impresión del
archivo que pasó por mail, que no es necesariamente "el original"
sino, como se lo denomina: "el documento fuente".
Surgen otras preguntas: "¿entonces
una fotocopia te sirve? ¿tiene que estar
legalizada ante escribano?" En realidad eso depende de lo que le hayan dicho en la institución o entidad
ante la cual tiene que presentar el diploma traducido.
El traductor no puede decidir sobre la naturaleza del
documento fuente simplemente porque no conoce los requisitos que exige dicha
entidad. Pero sí puede, y debe, comentar al cliente las diferentes
posibilidades basándose en su experiencia.